Wikilengua
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

1 Aposición[editar]

Véase Aposición

2 Adjetivo[editar]

Véase Adjetivo (funciones)

3 Con preposición[editar]

La significación del nombre substantivo puede también completarse mediante un nombre con preposición, pero siempre que el concepto expresado por la preposición y el nombre sea equivalente a un adjetivo o a una oración de relativo.

3.1 de[editar]

La preposición más usada es de en la relación de caso genitivo e indicando propiedad, posesión, pertenencia o materia. Este genitivo equivale a un adjetivo, y por él puede substituirse, si lo tiene la lengua y la propiedad lo consiente.

Así, la casa del padre es expresión equivalente a la casa paterna, y naranjas de Murcia, a naranjas murcianas. Pero no siempre puede hacerse esta substitución. Hay casos en que es imposible, por carecer la lengua del adjetivo correspondiente. Así, decimos en la espesura del bosque, sin poder variar la expresión por no tener en castellano el adjetivo boscuno; del mismo modo decimos ganado de cerdos y no ganado cerdoso ni ganado cerdudo, porque con estos adjetivos no expresaríamos la misma idea con la debida propiedad.

Otras veces podemos expresar el mismo concepto de los dos modos, prefiriendo el adjetivo o el genitivo, según queramos o no poner más de relieve la idea del nombre complemento, y así, decimos amor materno o amor de madre.

El complemento con de puede también ser un infinitivo; verbigracia:

es hora de almorzar; ya es tiempo de descansar

O un adverbio; así:

la función de hoy no me gusta
las mujeres de aquí son feas

En vez del genitivo de los pronombres personales se emplean generalmente los posesivos; y así se dice, según los casos:

mi casa
casa mía
(pero no no casa de mi)
tu libro
libro tuyo
(pero no libro de ti)

pero en tercera persona:

sus parientes
parientes suyos
parientes de él.

El complemento en genitivo de que venimos tratando puede tener, a veces, una doble significación. Así, por ejemplo, cuando decimos el amor de Dios, podemos significar el amor que tenemos a Dios, o el amor que Dios tiene a las criaturas. En el primer caso el genitivo de Dios se llama objetivo, porque es el objeto de la significación del substantivo amor; y sería el objeto directo de la oración si substituyéramos dicho complemento por una oración de relativo; así: el amor que tenemos a Dios. En el segundo caso se llama genitivo subjetivo, porque haciendo dicha substitución, el mismo complemento se convertiría en sujeto; así: el amor que Dios tiene a los hombres. En este último caso, o sea cuando es subjetivo, suele evitarse la ambigüedad de la frase añadiendo otro complemento; así: el amor de Dios a los hombres. Cuando no se exprese este segundo complemento, es el contexto el que ha de determinar el sentido de la frase, aunque añadiremos que esta ambigüedad solo ocurre cuando el primero de los dos nombres relacionados con la preposición de sea nombre de acción, como en el amor de Dios; y aun en este caso el contexto lo determina muchas veces.

Así, cuando decimos las quejas del desdichado, el genitivo tiene que ser necesariamente subjetivo, y en cambio cuando decimos el temor de la muerte, no puede ser más que objetivo. Cuando el primero de los dos nombres dichos sea nombre de agente, el genitivo es siempre objetivo; v. gr.:

el autor de mi desgracia
el heredero del trono.

Pero aun en este caso puede darse ambigüedad en expresiones como la siguiente:

el asesino de Juan

con la que podemos expresar que Juan es un asesino o que nos referimos al autor del asesinato de Juan.

El genitivo de los pronombres personales de primera y segunda persona, y también el del reflexivo se, se usan en significación objetiva, mientras que sus equivalentes los posesivos tienen significación subjetiva. Así, no es lo mismo tus informes que informes de ti. En el primer caso son los informes que tú has dado:

he leído tus informes

En el segundo, los que me han dado de ti:

tengo malos informes de ti.

Asimismo se dice con significación diferente:

ya tengo tu opinión [~ lo que piensas de alg]
tengo mala opinión de ti [~ lo que yo pienso de ti]
señor o señores de sí
su señor o sus señores

La carcelera de sí misma, título de una comedia, no es lo mismo que su carcelera, ni enemigo de sí significa lo que su enemigo.

No obstante, se usan a veces los posesivos en sentido objetivo. Así en

Vuestros besos son mentira
Mentira vuestra ternura,
Es fealdad vuestra hermosura,
Vuestro gozo es padecer
(Espronceda, A Jarifa)

vuestro gozo equivale a gozaros, y vuestro designa el objeto del goce. Asimismo, en tu amor, madre, me ha hecho venir, tu amor significa el que te tengo, y no el que me tienes.

3.2 Otras preposiciones[editar]

El substantivo puede llevar por complemento un nombre con cualquiera otra preposición que no sea de; pero, como ya hemos dicho, el valor de este complemento ha de ser equivalente a un adjetivo aunque la lengua no lo tenga, o a una oración de relativo; v. gr. : árbol sin hojas equivale a árbol deshojado; bocados a medio mascar es lo mismo que bocados medio mascados; perro con cencerro equivale a perro que lleva cencerro; dos días por semana o dos días a la semana.

Y aun a veces el nombre, si es de acción, lleva el mismo complemento que el verbo cuya acción indica:

la causa de su venida a pie y de tan vil traje vestido (Quijote, I, 44)
de la venida a buscar los criados (Quijote, I, 44)

donde vemos que el substantivo venida lleva el complemento con a, como el verbo venir. Asimismo, decimos

su estancia en aquel lugar le fue perjudicial, y su permanencia lejos de la patria acrecentó el amor que por ella sentía

donde los substantivos estancia y permanencia vienen determinados por los complementos circunstanciales en aquel lugar y lejos de la patria, como si lo fueran de los verbos estar y permanecer. También a veces vemos un adverbio, solo o con preposición, sirviendo de complemento a un nombre:

cosa imposible y fuera de toda costumbre

donde el adverbio fuera, con su complemento, determina al substantivo cosa, y equivale al adjetivo desacostumbrada; los palos de ahora, las costumbres de hoy, etc.

Por consecuencia de lo dicho en el párrafo anterior, algunos de estos complementos, como, por ejemplo, sinvergüenza (de sin vergüenza), se han convertido en adjetivos, y otros en substantivos, como sinsabor, sinrazón.

La frase equivalente en significación a un adjetivo o a una oración de relativo, puede interponerse entre el artículo y el nombre:

la sin par princesa
las hasta allí nunca vistas ceremonias (Quijote, I, 3)
el jamás como se debe alabado caballero (Quijote, I, 4).

4 Referencias[editar]

Real Academia Española, Gramática de la lengua castellana, nueva edición, reformada, Madrid, 1917.