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La eufonía es, etimológicamente, ‘buen sonido’ y se aplica en la lengua a la sonoridad de las palabras que los hablantes consideran agradable. Lo opuesto es la cacofonía.

A la eufonía contribuyen la proporción con que se combinan las vocales con las consonantes suaves, medias y fuertes; la movilidad del acento prosódico; la distribución de las voces agudas, llanas, esdrújulas y sobresdrújulas, de forma que las llanas abunden más que las agudas, y estas más que las esdrújulas y sobreesdrújulas; la combinación de las voces con diferente número de sílabas; la libertad de la sintaxis que permite colocar las palabras y miembros del período en donde más convenga, para que la cláusula resulte armoniosa. Todo esto se une para la eufonía con la elección de las palabras y expresiones, y de las pausas, cortes e inflexiones de la voz.

La eufonía ha determinado algunas normas:

  • El artículo el se aplica los femeninos que comienzan por a tónica, en lugar de la, para evitar el hiato que resultaría de la concurrencia de dos aes: el alma, el ama.
  • También se logra la eufonía en las voces derivadas suprimiendo letras, atenuándolas, reforzándolas o conmutándolas en otras.
  • Los enclíticos se evitan, aunque gramaticalmente sean correctos, cuando de su uso resultaran cacofonías:
leíle, colocolo, encarameme, acatete.
  • Cuando el pronombre nos se incorpora a la primera persona de plural, por eufonía se omite la s final del verbo:
vámonos, estémonos
  • Por la misma razón pierde la d la segunda persona plural del imperativo cuando recibe esta persona el enclítico os:
ayudaos, amaos, respetaos
El imperativo de ir no sigue esta regla, puesto que se dice idos en vez de íos.

Por razones estilísticas, suelen desaconsejarse ciertos giros que no son incorrectos, como ocurre con la duplicación de palabras (que que, como como....).