Se llama en ocasiones heterografía a la escritura que se aparta de las normas establecidas por la RAE (OOTEA, p. 44).
Puede ser por diversos motivos:
- Quienes propugnan una reforma ortográfica a menudo la aplican en sus escritos. Caso notable es el de Juan Ramón Jiménez, que remplazaba los grupos «ge», «gi» por «je», «ji».
- Como transgresión de las normas vigentes en un gesto de rebeldía o de protesta, como el remplazo de c por k (okupa).
- Con valor satírico, como el reemplazo de «s», «l» y «e» por $, £ y € en ciertos nombres de empresas, dando a entender que solo les preocupan los beneficios.
- Para dar carácter inclusivo o no sexista a textos, con @ o con x.
- En nombres de persona, para darles carácter personal (por ejemplo, alguien podría crear la grafía Laû, a partir de Laura). Este recurso se ha convertido en muy habitual en los nombres de usuario de redes sociales. También hay quienes deciden mantener acentos hoy desaparecidos (Feijóo) o usos arcaicos de letras (Ximénez, Ygnacio). A veces también se busca, aquí también, transgredir las normas.
- Entre los apellidos a veces se añade un guion fuera de los países hispanohablantes para que el primer apellido no se confunda con un segundo nombre de pila. O se altera para ayudar en la pronunciación.
- Especialmente en publicidad, pero no exclusivamente, para llamar la atención o como juego (parecido a un juego de palabras, pero en el plano ortográfico).
Según Martínez de Sousa (OOTEA3, 44):
... la heterografía no constituye, en sentido estricto, falta de ortografía, por cuanto no responde a ignorancia de las reglas, sino a la superación de estas cuando, a juicio de un escritor, son anticuadas, incoherentes o no responden a la actualidad del idioma.