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1 alarma, terror, espanto, pavor, susto[editar]

Alarma es voz originalmente militar, y de allí se ha trasladado al lenguaje común, que quiere decir: acudamos a las armas, que el enemigo nos acomete de improviso, y es como se dice fuego, fuego, cuando se incendia cualquier edificio.

El terror lo causa cualquier acontecimiento o fenómeno (que nos imaginamos o sabemos) que precede a una gran desgracia; en este la idea del peligro no es tan clara como en la alarma, la que depende más que ésta de la imaginación, cuyo efecto es aumentar y exagerar los objetos existentes o no. Así es que en la alarma se corre a tomar las armas y emprender la defensa; mas el terror, a los que sobrecoge, les hace arrojar las armas y huir.

El terror y el espanto son efectos de un peligro muy grande; pero el terror puede ser pánico, y el espanto no lo es nunca.

El terror nos sobrecoge; el espanto deja sin acción a nuestros sentidos: la tempestad nos hiela de espanto; un prodigio inesperado llena de terror, aterra a todo un pueblo.

Un peligro repentino, pero a veces falso o exagerado, nos causa pavor, y así sucede que si nos inquietamos por la suerte de otra persona, la nuestra sola es la que nos hace sentir pavor. El pavor supone un peligro más instantáneo que el espanto, mas inminente que la alarma, no tan grande como el terror.

Parece que el susto tiene, por decirlo así, su idea particular, y que proviene de la consideración de las dificultados que hay que vencer para lograr una empresa, y de los resultados terribles de su mal éxito. Me asusta su arrojo, y temo que salga mal de él.

Se teme al malo; se tiene miedo a una fiera; se teme a Dios, pero no debemos tenerle miedo.

El espanto nace de lo que se ve, el terror de lo que se imagina, la alarma de lo que nos amenaza, el temor de lo que se sabe, el susto, a veces de lo que se sospecha, el miedo de la idea del peligro, y la aprehensión da lo que nos representa nuestra fantasía.

La acometida repentina del enemigo causa la alarma; terror el combate; la pérdida de una batalla extiende el temor por todas partes, y llena de consternación hasta pueblos remotos; la vista de un guerrero causa susto, y nuestra propia sombra nos hace a veces miedo.

2 Referencias[editar]

Calandrelli, M., Diccionario filológico-comparado de la lengua castellana, Buenos Aires, 1880-1916, 12 vol.