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Llámase belicoso al que tiene inclinación a la guerra y se ocupa en ella; mas por lo común sólo se usa de esta palabra hablando de los pueblos y naciones antiguas, cuyo único ejercicio era la guerra, no pudiendo acostumbrarse a vivir en paz.
Guerrero indica lo que es propio para la guerra, la persona que está habituada a hacerla, y todo lo que tiene relación con ella. Los antiguos germanos, que invadieron parte del imperio romano, formaban una nación belicosa; los alemanes, que le han sucedido, son, en el siglo XIX, una nación guerrera.
Puede uno ser belicoso sin ser guerrero; y lo mismo al contrario. Carlos XII, rey de Suecia, fue un príncipe belicoso; Federico II, rey de Prusia, guerrero. Las naciones del siglo XIX son más bien guerreras que belicosas.
Todo lo que concierne a la ciencia de la guerra, lo que es necesario para hacerla bien, lo que tiene relación con la administración de un ejército, es militar: el arte militar, la disciplina militar, ejercicios militares.
Marcial se deriva de Marte, dios de la guerra. Decimos aire marcial para significar aquel tono o porte que demuestra el noble sentimiento de la superioridad de sus propias fuerzas, de su firmeza y de su valor, como podría suponérsele al mismo dios Marte.
Marcial y miilitar no se usan hablando de personas. Se dice una nación o un príncipe belicosos, una nación y un príncipe guerreros; pero no una nación ni un príncipe marciales.
Referencias[editar]
Calandrelli, M., Diccionario filológico-comparado de la lengua castellana, Buenos Aires, 1880-1916, 12 vol.