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Lo mismo que el nombre en aposición, el adjetivo que como atributo se refiere a un substantivo, puede completar la significación de éste de dos maneras:

  • unas veces lo especifica (adjetivo especificativo);
  • otras lo explica (adjetivo explicativo).

En el primer caso, el adjetivo restringe la significación del substantivo, disminuyendo su extensión y aumentando su comprensión; en el segundo no hace más que explicar o desenvolver el concepto del substantivo, expresando una nota o cualidad característica y propia del mismo. Así, cuando decimos:

el fiero león
la mansa oveja

el adjetivo fiero no añade nada al concepto que tenemos formado del león, que si es tal, fiero ha de ser; ni tampoco el adjetivo manso al concepto de oveja, pues como mansas tenemos a todas. Pero no sucede lo propio cuando decimos los animales fieros o los animales mansos, porque con el adjetivo fiero, a la vez que excluimos de la extensión en que puede tomarse el nombre animal a todos los que no sean fieros, añadimos a la comprensión de dicho nombre una nota no comprendida en el, cual es la de la fiereza, y nos referimos no a todos los animales, sino solamente a los dotados de esa cualidad. Lo mismo puede decirse del adjetivo manso.

El adjetivo explicativo se llama epíteto, y suele ir delante del substantivo. Así, decimos:

la mansa oveja, la candida paloma, la blanca nieve.

El especificativo va detrás del nombre:

las ovejas blancas, la madera blanca, los animales mansos.

Así, por ejemplo:

Aprobó a sus inteligentes alumnos [explica que sus alumnos son inteligentes]
Aprobó a sus alumnos inteligentes [especifica cuáles aprobaron]

Pero esta regla no siempre se observa, sobre todo en poesía.

1 Adjetivo + de + nombre[editar]

A veces concertamos con un substantivo el adjetivo que debiera concertar con un complemento de dicho substantivo, y es porque atribuímos al objeto designado por ese substantivo la calificación que en realidad no corresponde más que a una de sus partes. Así, en vez de decir:

Luis es de entendimiento corto

decimos:

Luis es corto de entendimiento

y en vez de decir

mula de talle alto

decimos:

mula alta de talle

Y Cervantes, Quijote, I, 16, nos dice también:

Servía en la venta una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana

donde vemos que los adjetivos ancha, llana, tuerta y sana conciertan con el substantivo moza, pero se refieren en realidad a los nombres cara, cogote y ojo, que son las partes de la moza que ostentaban tales cualidades. El adjetivo roma podría decirse que concierta con nariz, pero el cambio de construcción que con él se inicia y sigue en lo restante de la frase, nos autoriza a decir que también concierta con moza. De este modo han venido a atribuirse al substantivo éstos y otros adjetivos; como chato, que se dice del que tiene la nariz chata, y también de la misma nariz; romo, del que la tiene pequeña y poco puntiaguda, etc.

Otras veces construímos con la preposición de, y detrás del adjetivo, el substantivo a que aquél se refiere. Así, en vez de decir:

el buen Pedro; la portera taimada; el picaro mozo

decimos:

el bueno de Pedro; la taimada de la portera; el picaro del mozo.

Esta construcción sólo suele emplearse con adjetivos que denotan compasión, desprecio o vituperio, y especialmente en las exclamaciones;

¡infelices de nosotros!; ¡pobre de mí!

2 Referencias[editar]

Real Academia Española, Gramática de la lengua castellana, nueva edición, reformada, Madrid, 1917.